La totalidad de todos los seres atraviesa una sola apertura; las raíces de todas las cosas surgen de una sola puerta. Por ello, los sabios miden una huella para seguir una sola vez y no cambian lo original ni varían desde lo perenne. La libertad se basa en seguir la guía, el tacto se basa en la honestidad, la honestidad se basa en la normalidad.
La alegría y la cólera son desviaciones del Camino, la ansiedad y el lamento son pérdidas de la virtud, la preferencia y la aversión son excesos de la mente, los deseos habituales son fardos de la vida. Cuando las personas se enfadan, se destruye la tranquilidad; cuando las personas están muy alegres, se rompe la acción positiva. Con la energía disminuida, se quedan sin habla; asustadas y llenas de pavor, se vuelven locas. La ansiedad y el lamento queman el corazón, y así se va aposentando la enfermedad. Si las personas pueden liberarse de todas estas cosas, se funden con la luz espiritual.
La luz espiritual es el logro de lo interno. Cuando las personas alcanzan lo interno, sus órganos interiores están en calma, sus pensamientos son ecuánimes, sus ojos y oídos están claros, y sus nervios y huesos son fuertes. Son poderosas pero no luchadoras, firmes y fuertes pero nunca agotadas. No son excesivas en nada, ni inadecuadas en ninguna cosa.
Nada en el mundo es tan blando como el agua. La manera de ser del agua es infinitamente amplia e incalculablemente profunda; se extiende de manera indefinida y fluye a lo lejos sin límite. Las crecidas y menguas pasan sin cálculo. Arriba en el cielo se convierte en lluvia y rocío; abajo en la tierra se convierte en humedad y pantanos. Los seres no pueden vivir sin ella, ninguna obra puede ser llevada a cabo sin ella.
Abarca toda la vida sin preferencias personales. Su humedad alcanza incluso a las cosas que se arrastran, y no busca recompensa. Su abundancia enriquece al mundo entero sin agotarse. Sus virtudes son dispensadas a los campesinos, sin ser desperdiciadas. No puede encontrarse ninguna finalidad en su acción. No puede captarse su sutileza. Golpéala, y no habrá daño; atraviésala, y no será herida; acuchíllala, y no habrá corte; quémala, y no hará humo. Suave y fluida, no puede ser dispersada. Es suficientemente penetrante para taladrar el metal y la piedra, suficientemente fuerte para inundar el mundo entero. Tanto si hay exceso como carencia, permite al mundo tomar y dar. Se concede a todos los seres sin orden de preferencia; ni privada ni pública, tiene una continuidad con el cielo y la tierra. A esto se le llama la virtud suprema.
La razón por la que el agua puede encarnar esta virtud esencial es que es blanda y deslizante. Por ello, digo que lo más blando del mundo conduce a lo más duro del mundo; el no ser no entra en ninguna separación.
Lo que no tiene forma es el gran antepasado de los seres; lo que no tiene sonido es la gran fuente de la especie. Las verdaderas personas comunican con la dirección espiritual; quienes participan en la evolución como seres humanos mantienen la virtud mística en sus corazones y la emplean de manera creativa como un espíritu.
Por ello, el Camino inexpresado es en efecto muy grande. Cambia las costumbres y los hábitos sin haber dado ninguna orden. Sólo es acción mental: todas las cosas tienen resultados, pero él va sólo a las raíces; todos los asuntos tienen consecuencias, pero él únicamente permanece a la puerta. Así, es posible encontrar el fin de lo que no tiene fin y la esencia del infinito, percibir las cosas sin ser cegados y responder como un eco sin preocuparse.
Wen Tzu, atribuído a Lao Tse
Versión de Thomas Cleary
Fuente; Antiguos Testamentos
Imagen: Pintura de Nicholas Roerich (Rusia-1874-1947)
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