Wang Peisheng
Uno de los grandes maestros del estilo Wu; discípulo de Yang Yuting y de Wang Baozhai
Era el año 1930, en un humilde callejón de Pekín (China) vivía Wang Peisheng con su familia; él tenía entonces 12 años y ésto es lo que le ocurrió, según él mismo relata :
. "A mí me atraían mucho el ejercicio físico y las artes marciales y un día encontré un palo largo de melocotonero, teñí de rojo un trozo de cuerda y se lo até en la punta, como si fuera una lanza. Tradicionalmente la lanza tiene la punta de hierro y lleva un pañuelo rojo atado a la base. Yo no tenía dinero para comprar un trapo rojo, y mucho menos una punta de lanza, pero todos los días pasaba horas practicando con mi lanza.
"Nuestro patio era muy pequeño, de modo que yo me ponía con la espalda contra la pared de la casa y daba lanzadas hacia la puerta de la calle. Cada día tenía que dar mil lanzazos, y los iba contando, “uno, dos, tres...” Cuando se hace esto, uno debe mirar hacia dónde tira las lanzadas, pero yo me ponía a mirarme los pies. Estaba demasiado ocupado tirando lanzazos y contando como para prestar atención a lo que pasaba fuera del patio.
"Un día estaba practicando cuando llegó a nuestra casa Ma Gui, un famoso maestro de Bagua(un arte marcial interno). Ya era anciano, y caminaba con un bastón. Era un hombre pequeño, más o menos de la misma altura que tenía yo entonces, así que yo estaba dirigiendo mi lanza a la altura de su pecho y su garganta.
"Y allí estaba yo, tirando lanzadas, contando y mirándome los pies, cuando apareció Ma Gui con su bastón en el umbral para entrar en el patio. Mientras mi lanza se dirigía hacia él, giró rápidamente evitándola, la agarró, me la arrancó de las manos y con un solo movimiento la tiró a un lado, clavándola profundamente en la pared del vecino, como si fuera un palo para tender la ropa. Y no era más que una vara con un trozo de cuerda roja, ni siquiera tenía una punta de lanza. Pero la dejó clavada en la pared de enfrente. Piense en la clase de fuerza que hay que tener para hacer algo así.
"Allí estábamos, yo boquiabierto mirando mi lanza clavada en la pared del vecino, todavía vibrando por la fuerza del golpe, y Ma Gui enfadado de verdad. En aquel momento le habría matado si hubiera podido recuperar mi lanza. Entonces yo no sabía que Ma Gui era pariente de un familiar nuestro que vivía en el mismo patio, y que venía todos los días a desayunar con él antes de irse a enseñar artes marciales en Hade Men, que ahora se llama Chongwen Men.
"Él empezó a gritarme, mi madre salió para intentar apaciguarle, los vecinos empezaron a salir y aquello se convirtió en un espectáculo. Mi madre intentaba disculparme, pero Ma Gui estaba furioso, y los vecinos también ponían su grano de arena. Entonces llegó mi padre, y al saber lo que estaba pasando le explicó que me encantaban las artes marciales, pero que era muy joven y que no sabía lo que hacía. Entonces aquel pariente que teníamos en común dijo: “¿Por qué no lo toma como discípulo?” Y allí mismo, en medio del alboroto, sacaron incienso, hice koutou, es decir, me arrodillé y toqué el suelo con la frente ante él, y me aceptó formalmente como discípulo. Así fue como conocí a Ma Gui y empecé a aprender Bagua. Entonces tenía doce años."
"Nuestro patio era muy pequeño, de modo que yo me ponía con la espalda contra la pared de la casa y daba lanzadas hacia la puerta de la calle. Cada día tenía que dar mil lanzazos, y los iba contando, “uno, dos, tres...” Cuando se hace esto, uno debe mirar hacia dónde tira las lanzadas, pero yo me ponía a mirarme los pies. Estaba demasiado ocupado tirando lanzazos y contando como para prestar atención a lo que pasaba fuera del patio.
"Un día estaba practicando cuando llegó a nuestra casa Ma Gui, un famoso maestro de Bagua(un arte marcial interno). Ya era anciano, y caminaba con un bastón. Era un hombre pequeño, más o menos de la misma altura que tenía yo entonces, así que yo estaba dirigiendo mi lanza a la altura de su pecho y su garganta.
"Y allí estaba yo, tirando lanzadas, contando y mirándome los pies, cuando apareció Ma Gui con su bastón en el umbral para entrar en el patio. Mientras mi lanza se dirigía hacia él, giró rápidamente evitándola, la agarró, me la arrancó de las manos y con un solo movimiento la tiró a un lado, clavándola profundamente en la pared del vecino, como si fuera un palo para tender la ropa. Y no era más que una vara con un trozo de cuerda roja, ni siquiera tenía una punta de lanza. Pero la dejó clavada en la pared de enfrente. Piense en la clase de fuerza que hay que tener para hacer algo así.
"Allí estábamos, yo boquiabierto mirando mi lanza clavada en la pared del vecino, todavía vibrando por la fuerza del golpe, y Ma Gui enfadado de verdad. En aquel momento le habría matado si hubiera podido recuperar mi lanza. Entonces yo no sabía que Ma Gui era pariente de un familiar nuestro que vivía en el mismo patio, y que venía todos los días a desayunar con él antes de irse a enseñar artes marciales en Hade Men, que ahora se llama Chongwen Men.
"Él empezó a gritarme, mi madre salió para intentar apaciguarle, los vecinos empezaron a salir y aquello se convirtió en un espectáculo. Mi madre intentaba disculparme, pero Ma Gui estaba furioso, y los vecinos también ponían su grano de arena. Entonces llegó mi padre, y al saber lo que estaba pasando le explicó que me encantaban las artes marciales, pero que era muy joven y que no sabía lo que hacía. Entonces aquel pariente que teníamos en común dijo: “¿Por qué no lo toma como discípulo?” Y allí mismo, en medio del alboroto, sacaron incienso, hice koutou, es decir, me arrodillé y toqué el suelo con la frente ante él, y me aceptó formalmente como discípulo. Así fue como conocí a Ma Gui y empecé a aprender Bagua. Entonces tenía doce años."
A partir de entonces se inicia el aprendizaje de Wang Piseheng en el mundo las artes marciales chinas. Apenas tenía 18 años cuando sus maestros lo consideraron digno de convertirse en profesor y comenzar a dar clase en diferentes centros de Tai Chi Chuen de China
Desde ese momento dedicó toda su vida a la practica , la investigación y la enseñanza de las artes marciales internas chinas:
" (...)Seguí enseñando, y he acabado dedicando toda mi vida a la enseñanza. -Continuá relatando el Maestro -"Enseño a mis alumnos a ser virtuosos. Si estudian artes marciales, les enseño virtud marcial. Si aprenden Qigong, les enseño a cultivar la virtud y a hacer buenas obras. Y creo que uno cosecha lo que planta. Si plantas melones, cosechas melones. Si plantas judías, cosechas judías. Por eso insisto en enseñar virtud y honestidad. Todos los conocimientos que tengo vienen del pueblo, y creo que se deben transmitir al pueblo. No creo que se deba ocultar conocimientos(...)"
fragmentos tomados de la Entrevista a Wang Peisheng publicada en el N° 2 - año 2004 de la revista española "Tai Chi Chuan - Revista de artes y estilos internos" dirigida por Teresa Rodriguez
para leer la entrevista completa: http://www.taichichuan.com.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario