Alguien dijo refiriéndose a él que en cada cuadro: "Van Gogh se pintaba a sí mismo corriendo delante de un demonio que le perseguía por adentro". Pero hay algo más y tiene que ver con el encuentro de la propia expresión; porque esos trazos convulsos de las obras de sus últimos años; nos anuncian el momento justo en que el trabajoso dibujante de los comienzos oscuros de 1880 nace como creador e inventa un lenguaje pictórico nuevo que es a la vez dibujo y color.
Ya no es más la imitación de la estampa japonesa , ya no es mas el simbolismo de su amigo Gauguin; ahora él utilizará el óleo en pinceladas gruesas y finalizará la obra en una sola fase, con toda la superficie húmeda.
Una técnica que le dará unidad y una tremenda fuerza expresiva a sus pinturas; pero es también una forma de trabajo que devora su vida.
Entonces él va a trabajar diez horas diarias todos los días, poniendo miles de pinceladas que no permiten el retoque; la fuerza que emana de sus cuadros expresa esa concentración obsesiva, esa lucha por plasmar la imagen.
Pinta desde adentro, desde lo mas hindo de su ser el mundo de afuera, y hace en diez años un camino que lleva a otros pintores toda una vida.
En 1888 había ido a Arlés (Francia) en busca de la luz, esa luz y ese sol que lo atraían obsesivamente, y a partir de entonces comenzó a usar en sus obras las pinceladas ondulantes, los colores del sol: amarillos y lnaranjas intensos, exaltándolos aún mas mediante el uso de sus complementarios: verdes, violetas, azules.
Cuando murió, en 1890, tenía 37 años y había dedicado los últimos 10 años de esa vida al dibujo y la pintura. De los 1600 dibujos y 900 pinturas realizados había vendido una sóla obra.
Era un "perdedor" como lo calificaría ahora la moderna cultura de lo exitoso; pero ese "perdedor" en apenas 10 años de solitaria labor abrió todo el arte pictórico del mundo a una nueva dimensión de la expresión
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